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miércoles, 28 de diciembre de 2016

O-Yama

O-Yama
18 de julio de 2013
Muchas veces me han preguntado que es para mí el Bdsm.
Después de muchos años, o al menos, así lo entiendo yo, siento el Bdsm  como todas aquellas prácticas sexuales que cualquier persona ha deseado o fantaseado en algún momento y que se atreve a realizar.
Toda persona tiene sus propios límites, y solo es ella misma la que valora que es lo que desea sobrepasar, que atrevimientos es capaz de realizar.
Me resulta indiferente el rol que desee asumir, sea dominante o sumiso, cada paso que una persona real da hacia aquello que en ese momento considera como desconocido es un paso hacia el interior, hacia el deseo, hacía su yo.
En ese camino nos encontramos con personas, personas muy reales, que sienten y padecen lo mismo que tu o que yo.
En mi camino, he encontrado a verdaderas personas, amistades reales, y sobre todo a personas que considero mi familia. Personas que sienten conmigo, que viven conmigo. Que son parte de mí.
Convivimos cotidianamente, sufrimos nuestros problemas, todos nuestros problemas. Compartimos las alegrías y vemos en cada segundo del día que estamos juntos, aunque la distancia a veces sea real.
A veces, en las familias existen discrepancias, roces y disgustos.
Pero solo cuando son realmente tu familia, ves, que quieres a las personas que lo son.
Mucha gente me ha preguntado si es cierto todo lo que escribo. Solo he de decir, que es real.
Que mis experiencias personales son vivencias puras.
Que mi corazón siente su pálpito cuando algo no funciona a mi gusto.
Me gusta controlarlo todo, absolutamente todo, Y tal cual lo menciono, me doy cuenta de que nada se puede controlar, y menos aún, los sentimientos de las personas.
Esto es para mí el Bdsm.
Un amor intenso hacia las personas que me acompañan. Un cariño total hacia ellas.
Nuestro límite, la propia vida.

No existe nada más hermoso que vivirlo.


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