O-Yama
18 de julio de 2013
Muchas veces me han preguntado que es para mí el Bdsm.
Después de muchos años, o al menos, así lo entiendo yo,
siento el Bdsm como todas aquellas
prácticas sexuales que cualquier persona ha deseado o fantaseado en algún
momento y que se atreve a realizar.
Toda persona tiene sus propios límites, y solo es ella misma
la que valora que es lo que desea sobrepasar, que atrevimientos es capaz de
realizar.
Me resulta indiferente el rol que desee asumir, sea
dominante o sumiso, cada paso que una persona real da hacia aquello que en ese
momento considera como desconocido es un paso hacia el interior, hacia el
deseo, hacía su yo.
En ese camino nos encontramos con personas, personas muy
reales, que sienten y padecen lo mismo que tu o que yo.
En mi camino, he encontrado a verdaderas personas, amistades
reales, y sobre todo a personas que considero mi familia. Personas que sienten
conmigo, que viven conmigo. Que son parte de mí.
Convivimos cotidianamente, sufrimos nuestros problemas,
todos nuestros problemas. Compartimos las alegrías y vemos en cada segundo del
día que estamos juntos, aunque la distancia a veces sea real.
A veces, en las familias existen discrepancias, roces y
disgustos.
Pero solo cuando son realmente tu familia, ves, que quieres
a las personas que lo son.
Mucha gente me ha preguntado si es cierto todo lo que
escribo. Solo he de decir, que es real.
Que mis experiencias personales son vivencias puras.
Que mi corazón siente su pálpito cuando algo no funciona a
mi gusto.
Me gusta controlarlo todo, absolutamente todo, Y tal cual lo
menciono, me doy cuenta de que nada se puede controlar, y menos aún, los
sentimientos de las personas.
Esto es para mí el Bdsm.
Un amor intenso hacia las personas que me acompañan. Un
cariño total hacia ellas.
Nuestro límite, la propia vida.
No existe nada más hermoso que vivirlo.
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