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sábado, 18 de febrero de 2017

Hoy


Cada día es como el anterior. Te levantas y vas a cotillear al ordenador, te tomas un café viendo las noticias.

Cada amanecer es más depresivo,  noticias de economía, de incendios, de asesinatos, de vida cruel que no somos capaces de evitar.

Nuestra naturaleza es así, depredadora, depravadora. La ley de la selva prima en nuestras relaciones, queremos más a costa de cualquier cosa.

Los emperadores de las repúblicas nos dan de comer, somos campeones de Europa, del Mundo, nuestro país es una energía de sol que no somos capaces de aprovechar.

La vida es así.

Salimos a la calle, a trabajar, a querer sentir alegría en nuestros corazones.

Hoy no hay trabajo, no hay más que tristeza. No sabemos cómo se orientara el futuro de nuestros hijos, como podremos sentirnos capaces de legarles una sociedad que prima más los valores económicos a los reales, que premia más la hipocresía y olvida la verdad.

Somos así.

Todo esto tantas veces repetido, tantas veces olvidado.

Recuerdo a mis abuelos dándome a untar aceite de oliva con un trozo de pan. Era un privilegiado, podía disfrutar de su sonrisa y de su paz. También es cierto que desconocía la verdad de la vida, la mentira que se apoya en toda subsistencia.

Subsistimos así.


Hoy somos tan inteligentes que ya no salimos a la calle a relacionarnos. Nuestros hijos, tú. Conoces a alguien, sientes que tus deseos son coincidentes, que tus pasiones van a ser reflejadas en un alma que vive en el mundo virtual al que te has acostumbrado.

Vivimos así.

Nada ha cambiado, las bajas pasiones, la envidia, las luchas, los miedos y el amor están detrás de ese mundo, están detrás de esas letras escritas que rara vez se convierten en verdad, en realidad.

Luchamos así.

Seguimos sintiendo cuando aquello que deseamos tener no podemos conseguirlo. Leemos  palabras vanas.

Olvidamos así.

Somos personas. En todos los lugares, cada uno con sus defectos, con su ira, con su genio.

Con su paz.

Pero no todo es así.

Algunos pensamos que podemos controlar ese deseo, que podemos ser fieles a nosotros mismos. 

Algunos confiamos en que la naturaleza humana tiene el deseo de vivir sin mentiras.

Que sus hechos son la paz que nos acompaña al acostarnos, que su vida es el reflejo de su comportamiento.

Da igual que vida sea. Todas son reales, todas son virtuales.

Cuando tomamos un café, quizás no en la mañana, sino acompañados de verdad, podemos descubrir que detrás de cada persona hay un hombre, hay una mujer, hay un corazón que late, un corazón que siente, una verdad que le hace vivir.

Ninguna es mejor, ninguna es peor, solo el respeto a la diversidad nos acompaña. El resto nos mata.

Los hechos son así.

El resto es una batalla perdida de almas que tienen la ignorancia de un recuerdo de su realidad, de un mal que acecha en su vientre y que jamás podrá evitar, su Yo.

Hoy, como todos los días, veo las noticias.

Hoy, como todos los días, intento vivir en paz conmigo mismo.


Hoy, es así.


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