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martes, 7 de marzo de 2017

Museo Toledo - Exposición Antiguos Instrumentos de Tortura

Museo Toledo
Exposición Antiguos Instrumentos de Tortura



Toledo (Toledo)

La Sala de Exposiciones Alfonso XII de ciudad de Toledo acoge la muestra "Antiguos Instrumentos de Tortura". Dividida en cinco bloques temáticos, ofrece un brillante recorrido por la historia de uno de los tribunales más temidos de la historia: la Inquisición. Alrededor de sesenta piezas e instrumentos procedentes de anticuarios y mercados de arte conforman la exposición que ahonda también en los aspectos sociales, políticos y religiosos ligados a la historia del mencionado organismo.



Evitando el tenebrismo, la presentación de los aparatos y máquinas usados por los tribunales civiles y eclesiásticos para obtener confesiones nos desvelan la verdadera dimensión de las actividades de la Inquisición , su organización, su importancia como motor y censor de ideas y actitudes y las consecuencias que de ello se derivaban para las sociedades del momento. Así descubrimos cómo nuestro país fue parco en instrumentos de tortura utilizando principalmente la garrucha, la toca y el potro junto a otros tormentos en los que se usaba el fuego.

Junto a estos tres se exhiben por ejemplo una selección de máquinas de ajusticiamiento (la guillotina, el poste, el hacha del verdugo.), de tortura (la pera anal, el aplastacabezas, el collar de púas, la rueda.) y piezas de burla pública (la picota en tonel, los sambenitos, las máscaras infamantes.).

Como complemento a las máquinas una selección de textos y grabados permiten contextualizar lo que se está viendo en estos cinco apartados.

El primero -"Inquisitio. Concepto de inquisición durante el primer milenio en Europa"- trata del concepto de herejía como lo entendía el supremo tribunal católico de la Edad Media. y en el de crimen de lesae maiestatis.

A continuación "El tribunal de fe" nos ofrece un agudo retrato de la inquisición en España y Portugal y de su organización.


"Sollicitatio ad turbia" es el título del tercer bloque temático, que indaga en el procedimiento, las prisiones civiles e inquisitoriales, la tortura, los condenados y las penas.

"El auto de fe" (con los epígrafes Abjuración de levi y Abjuración de vehemente) que explica las ceremonias en que los condenados se “reconciliaban” con la fe o eran castigados con la muerte.



"Tráfico con brujas y hechiceros" completan este brillante recorrido.



Péndulo o Garrucha

Con estos aparatos se castigaban infracciones menores y se exponía a las víctimas al escarnio de la multitud, que al ver a alguien con tal artefacto, lo hacía objeto de ofensas físicas y verbales.
Estos artefactos tenían como finalidad infligir un largo tormento, que no necesariamente debía culminar con la muerte de la persona, aunque a veces ello ocurriera por la severa infección de las heridas ocasionadas o como consecuencia lógica y natural de la tortura.



El Garrote Vil

Este método de ejecución -vigente en España desde 1820 hasta 1978- terminaba con la vida de los condenados a la pena capital mediante la rotura del cuello. El garrote, un collar de hierro asido a un tornillo con una bola en el extremo que sustituyó a la horca, provocaba la dislocación de la apófisis de la vértebra axis sobre el atlas en la columna cervical.

Aunque teóricamente la muerte se producía de forma instantánea, lo cierto es que en la mayoría de los casos provocaba lesiones laríngeas y la víctima moría por estrangulamiento. La fuerza física del verdugo, que giraba el tornillo y aplastaba el cuello hacia delante de forma progresiva, hasta dislocarlo, resultaba un factor determinante.

Los últimos ejecutados con este cruel método en nuestro país (en 1974) fueron el anarquista catalán Salvador Puig Antich y el alemán Heinz Ches (llamado en realidad Georg M. Welzel), un delincuente común.


La silla de Judas:

La cuna de Judas (silla de judas) es un instrumento de tortura utilizado principalmente para sacar confesiones. Consiste en una pirámide puntiaguda, sobre la cual se alza a la víctima para después dejarla caer una o varias veces, de modo que la punta topara con la zona genital o anal con mayor o menor presión dependiendo de cómo evolucionara la confesión. Era utilizado en Europa en tiempos de la Inquisición siendo conocido con el mismo nombre (alusivo al apóstol traidor). Se atribuye su invención al jurista boloñés Ippolito Marsili



Las Jaulas Colgantes

Hasta finales del siglo XVIII, en los paisajes urbanos de Europa no era extraño encontrar abundantes jaulas de hierro y madera adosadas al exterior de los edificios municipales, palacios ducales o de justicia, catedrales, murallas de las ciudades o en altos postes cerca de los cruces de caminos.

Las víctimas, desnudas o semidesnudas, eran encerradas en las jaulas y colgadas. Morían de hambre y sed; por el mal tiempo y el frío en invierno; y por el calor y las quemaduras solares en verano. A menudo, anteriormente habían sido torturadas y mutiladas para mayor escarmiento. Normalmente los cadáveres se dejaban en descomposición hasta el desprendimiento de los huesos, aunque a veces se cubrían herméticamente con resina de pino, con el fin de retrasar los efectos de la descomposición, y se rodeaban con correas para impedir el desprendimiento de los miembros. De ésta manera, se utilizaban como escarmiento moral.


Hacha y Tajo
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La decapitaciónn era considerada una una muerte instantánea que se reservaba por su "benignidad", para personajes de cierta relevancia social.Los plebeyos eran ajusticiados por métodos que inflingieran una agonías prolongadas.

Originalmente se utilizaban espadas diseñadas expresamente, por su longitud y su peso, para ese fin. 

Pero el hacha empezó a ganar adeptos por su eficacia. Hay que recordar que se buscaba la muerte instantánea por lo que la profesionalidad del verdugo estaba en juego si no lo conseguía.

La neurología moderna a puesto de manifisto que la cabeza cortada, durante unos segundos, tiene noción de su situación...


Origen de la Guillotina

La palabra guillotina se originó en el apellido del autor de la iniciativa, el médico francés José Ignacio Guillotin, que el 10 de octubre de 1789 presentó a la Asamblea de los Estados Generales un proyecto de ley para humanizar —valga la paradoja— la pena capital y abolir los antiguos métodos de ejecución; el ahorcamiento para los villanos, la decapitación para los nobles y el infamante de la rueda aplicado a los asesinos, por sustentarse el principio de igualdad de pena para todos, sin distinción de clases y para evitar sufrimientos innecesarios al reo.

El proyecto del Dr. Guillotin, que al principio no despertó interés, tuvo aprobación en marzo de 1792, pero su diseñador no fue el autor de la idea, sino el Dr. Louís, de la Academia de Cirugía de Francia. A un alemán constructor de clavicordios llamado Schmidt, se le encargó la fabricación de la máquina, que, terminada, fue experimentada con cadáveres y animales.

Su estreno tuvo lugar el 27 de mayo de aquel año con un delincuente común ‘llamado Pelletíer. En sus comienzos y por breve tiempo, popularmente se la denominó la Louison o la Louisette, por el Dr. Louis que dirigió la construcción; inexplicablemente se le cambió por el de guillotina, con que ha llegado a nuestros días. No está demás recordar que en rigor, la “máquina niveladora” como se la denominó también, tuvo origen en un aparato de forma más simple empleado en Italia en el siglo XVI, llamado mannaja, que en Francia se aplicó en la ciudad de Tolosa en 1632, cuando se decapitó al duque de Montmorency, al ser vencido en la lucha contra su poderoso enemigo, el cardenal Richelieu.



La Rueda para Despedazar

La rueda para despedazar. Era el instrumento de ejecución más común en la Europa germánica, después de la horca, desde la Baja Edad Media hasta principios del siglo XVIII. En la Europa latina el despedazamiento se llevaba a cabo con barras de hierro macizas y mazas herradas en lugar de ruedas. 

La víctima, desnuda, era estirada boca arriba en el suelo o en el patíbulo, con los miembros extendidos al máximo y atados a estacas o anillas de hierro. Bajo las muñecas, codos, rodillas y caderas se colocaban trozos de madera. El verdugo, asestando violentos golpes con la rueda de borde herrado, machacaba hueso tras hueso y articulación tras articulación procurando no asestar golpes fatales. La víctima se transformaba, según nos cuenta un cronista alemán anónimo del siglo XVII, "en una especie de gran títere aullante retorciéndose, como un pulpo gigante de cuatro tentáculos, entre arroyuelos de sangre, carne cruda, viscosa y amorfa mezclada con astillas de huesos rotos”. 

Después se desataba e introducía entre los radios de la gran rueda horizontal al extremo de un poste que después se alzaba. Los cuervos y otros animales arrancaban tiras de carne y vaciaban los ojos de la víctima hasta que a ésta le llegaba la muerte.


El San Benito.

El sambenito en sus orígenes fue una especie de saco bendito (porque era previamente bendecido por un sacerdote) que usaban los cristianos primitivos durante su penitencia. Se colgaban sobre el pecho y la espalda a través de una abertura por donde se metía la cabeza. Los monjes benedictinos, de la orden de San Benito (del latín Benedictus que significa bendito), fundada a comienzos del S. VI llevaban una vestimenta similar, un ancho escapulario que portaban por encima del hábito al que se le llamó san benito y luego sambenito por aspiración fonética.

En la Edad Media, la Santa Inquisición convirtió los sambenitos en la túnica de la infamia, el símbolo de la humillación pública que los condenados por herejía eran obligados a llevar. Esta vestimenta era generalmente de lana, de color amarillo, estampada con la cruz de San Andrés (que significaba humildad y sufrimiento), pero también con llamas de fuego, demonios y grafías que aludían al tipo de condena a que sería sometido el reo. Además del sambenito, los sentenciados llevaban una coroza (del lat. crocea): gorro cónico o capirote, marcada con los signos de su delito.



El Violón de las comadres.

Es una versión parecida al violón simple, que se utilizaba con mujeres acusadas de chismosas y otros delitos parecidos



La toca o tortura del agua.

Sobre el poste de la derecha se tumba a la víctima mirando hacia arriba. Con los embudos se va vertiendo agua en la boca del individuo, que se ve forzado a tragarla. Solía introducirse un trapo hasta la garganta que se iba empapando con el agua, para que el sujeto se viese obligado a tragar hasta la asfixia. A veces se sacaba el trapo de golpe, provocando desgarros en la faringe.


La Pera Oral

Podía usarse introducida por boca, por ano o por vagina. Los pinchos del extremo desgarraban los tejidos.


Destrozapulgares

Se colocaban los pulgares dentro, y se iba apretando hasta destrozarlos.


El Desgarrador de Senos.

El método de uso, consistía en colocar la pinza con las puntas al rojo vivo o frías sobre los senos, entonces el verdugo procedía a desgarrarlos, hasta convertir los senos en masas amorfas. Este instrumento servía además de castigo, como métodopersuasivo inquisitorial y judicial.

Existe un caso famoso, del que se tiene registro el uso del desgarrador, se trata de Ana Pap... 



El Violón: 

los agujeros son para colocar la cabeza y los brazos (aunque no sé muy bien cómo se colocaban), de modo que el individuo tiene que soportar el peso y las rozaduras.



Potro de tortura: la víctima era atada por sus miembros y estirado hasta dislocarlos.



Corona de Clavos

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El Cepo: 

las muñecas se colocaban en la parte metálica de arriba, y los pies en los agujeros de abajo. Eran usados para humillar públicamente.


Silla de interrogatorios



Máscaras infamantes:

se colocaban para humillación del preso, pero también suponían un importante castigo físico por su peso y por las rozaduras que causaba el llevarlas puestas.





Collares para jugadores de dados.

Para hacerse una idea, estos dados tienen unas dimensiones de unos 10x10x10 cm.



La Cigüeña: 

la cabeza va colocada en el extremo redondeado, las muñecas se enganchan en los aros laterales, y los tobillos en el otro extremo.


Picota en tonel: 

castigo para borrachos, se les introducía dentro de este gran tonel. Su objetivo era parecido a los collares vistos antes, la humillación, aunque en este caso también el tormento de soportar su peso y las rozaduras que ocasionaba.



Doncella de hierro: 

la víctima era encerrada en el interior, y los pinchos se clavaban en el cuerpo.


Aplastacabezas: 

la presión ejercida por el casco al girar la manivela, termina destrozando el cráneo y haciendo que los ojos salgan de las cuencas.

 



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