Museo Toledo
Exposición Antiguos Instrumentos de Tortura
Toledo (Toledo)
La Sala de Exposiciones Alfonso XII de ciudad de Toledo
acoge la muestra "Antiguos Instrumentos de Tortura". Dividida en
cinco bloques temáticos, ofrece un brillante recorrido por la historia de uno
de los tribunales más temidos de la historia: la Inquisición. Alrededor de
sesenta piezas e instrumentos procedentes de anticuarios y mercados de arte
conforman la exposición que ahonda también en los aspectos sociales, políticos
y religiosos ligados a la historia del mencionado organismo.
Evitando el tenebrismo, la presentación de los aparatos y
máquinas usados por los tribunales civiles y eclesiásticos para obtener
confesiones nos desvelan la verdadera dimensión de las actividades de la
Inquisición , su organización, su importancia como motor y censor de ideas y
actitudes y las consecuencias que de ello se derivaban para las sociedades del
momento. Así descubrimos cómo nuestro país fue parco en instrumentos de tortura
utilizando principalmente la garrucha, la toca y el potro junto a otros tormentos
en los que se usaba el fuego.
Junto a estos tres se exhiben por ejemplo una selección de
máquinas de ajusticiamiento (la guillotina, el poste, el hacha del verdugo.),
de tortura (la pera anal, el aplastacabezas, el collar de púas, la rueda.) y
piezas de burla pública (la picota en tonel, los sambenitos, las máscaras
infamantes.).
Como complemento a las máquinas una selección de textos y
grabados permiten contextualizar lo que se está viendo en estos cinco
apartados.
El primero -"Inquisitio. Concepto de inquisición
durante el primer milenio en Europa"- trata del concepto de herejía como
lo entendía el supremo tribunal católico de la Edad Media. y en el de crimen de
lesae maiestatis.
A continuación "El tribunal de fe" nos ofrece un
agudo retrato de la inquisición en España y Portugal y de su organización.
"Sollicitatio ad turbia" es el título del tercer
bloque temático, que indaga en el procedimiento, las prisiones civiles e
inquisitoriales, la tortura, los condenados y las penas.
"El auto de fe" (con los epígrafes Abjuración de
levi y Abjuración de vehemente) que explica las
ceremonias en que los condenados se “reconciliaban” con la fe o eran castigados
con la muerte.
"Tráfico con brujas y hechiceros" completan este
brillante recorrido.
Péndulo o Garrucha
Con estos aparatos se castigaban infracciones menores y se
exponía a las víctimas al escarnio de la multitud, que al ver a alguien con tal
artefacto, lo hacía objeto de ofensas físicas y verbales.
Estos artefactos tenían como finalidad infligir un largo
tormento, que no necesariamente debía culminar con la muerte de la persona,
aunque a veces ello ocurriera por la severa infección de las heridas
ocasionadas o como consecuencia lógica y natural de la tortura.
El Garrote Vil
Este método de ejecución -vigente en España desde 1820 hasta
1978- terminaba con la vida de los condenados a la pena capital mediante la
rotura del cuello. El garrote, un collar de hierro asido a un tornillo con una
bola en el extremo que sustituyó a la horca, provocaba la dislocación de la
apófisis de la vértebra axis sobre el atlas en la columna cervical.
Aunque teóricamente la muerte se producía de forma instantánea,
lo cierto es que en la mayoría de los casos provocaba lesiones laríngeas y la
víctima moría por estrangulamiento. La fuerza física del verdugo, que giraba el
tornillo y aplastaba el cuello hacia delante de forma progresiva, hasta
dislocarlo, resultaba un factor determinante.
Los últimos ejecutados con este cruel método en nuestro país
(en 1974) fueron el anarquista catalán Salvador Puig Antich y el alemán Heinz
Ches (llamado en realidad Georg M. Welzel), un delincuente común.
La silla de Judas:
La cuna de Judas (silla de judas) es un instrumento de
tortura utilizado principalmente para sacar confesiones. Consiste en una
pirámide puntiaguda, sobre la cual se alza a la víctima para después dejarla
caer una o varias veces, de modo que la punta topara con la zona genital o anal
con mayor o menor presión dependiendo de cómo evolucionara la confesión. Era
utilizado en Europa en tiempos de la Inquisición siendo conocido con el mismo
nombre (alusivo al apóstol traidor). Se atribuye su invención al jurista
boloñés Ippolito Marsili
Las Jaulas Colgantes
Hasta finales del siglo XVIII, en los paisajes urbanos de
Europa no era extraño encontrar abundantes jaulas de hierro y madera adosadas
al exterior de los edificios municipales, palacios ducales o de justicia,
catedrales, murallas de las ciudades o en altos postes cerca de los cruces de
caminos.
Las víctimas, desnudas o semidesnudas, eran encerradas en
las jaulas y colgadas. Morían de hambre y sed; por el mal tiempo y el frío en
invierno; y por el calor y las quemaduras solares en verano. A menudo,
anteriormente habían sido torturadas y mutiladas para mayor escarmiento.
Normalmente los cadáveres se dejaban en descomposición hasta el desprendimiento
de los huesos, aunque a veces se cubrían herméticamente con resina de pino, con
el fin de retrasar los efectos de la descomposición, y se rodeaban con correas
para impedir el desprendimiento de los miembros. De ésta manera, se utilizaban
como escarmiento moral.
Hacha y Tajo
.
La decapitaciónn era considerada una una muerte instantánea
que se reservaba por su "benignidad", para personajes de cierta
relevancia social.Los plebeyos eran ajusticiados por métodos que inflingieran
una agonías prolongadas.
Originalmente se utilizaban espadas diseñadas expresamente,
por su longitud y su peso, para ese fin.
Pero el hacha empezó a ganar adeptos
por su eficacia. Hay que recordar que se buscaba la muerte instantánea por lo
que la profesionalidad del verdugo estaba en juego si no lo conseguía.
La neurología moderna a puesto de manifisto que la cabeza
cortada, durante unos segundos, tiene noción de su situación...
Origen de la Guillotina
La palabra guillotina se originó en
el apellido del autor de la iniciativa, el médico francés José Ignacio
Guillotin, que el 10 de octubre de 1789 presentó a la Asamblea de los Estados
Generales un proyecto de ley para humanizar —valga la paradoja— la pena capital
y abolir los antiguos métodos de ejecución; el ahorcamiento para los villanos,
la decapitación para los nobles y el infamante de la rueda aplicado a los
asesinos, por sustentarse el principio de igualdad de pena para todos, sin
distinción de clases y para evitar sufrimientos innecesarios al reo.
El proyecto del Dr. Guillotin, que al principio no despertó
interés, tuvo aprobación en marzo de 1792, pero su diseñador no fue el autor de
la idea, sino el Dr. Louís, de la Academia de Cirugía de Francia. A un alemán
constructor de clavicordios llamado Schmidt, se le encargó la fabricación de la
máquina, que, terminada, fue experimentada con cadáveres y animales.
Su estreno tuvo lugar el 27 de mayo de aquel año con un
delincuente común ‘llamado Pelletíer. En sus comienzos y por breve tiempo,
popularmente se la denominó la Louison o la Louisette, por el Dr. Louis que
dirigió la construcción; inexplicablemente se le cambió por el de guillotina,
con que ha llegado a nuestros días. No está demás recordar que en rigor, la
“máquina niveladora” como se la denominó también, tuvo origen en un aparato de
forma más simple empleado en Italia en el siglo XVI, llamado mannaja, que en
Francia se aplicó en la ciudad de Tolosa en 1632, cuando se decapitó al duque
de Montmorency, al ser vencido en la lucha contra su poderoso enemigo, el
cardenal Richelieu.
La Rueda para Despedazar
La rueda para despedazar. Era el instrumento de ejecución
más común en la Europa germánica, después de la horca, desde la Baja Edad Media
hasta principios del siglo XVIII. En la Europa latina el despedazamiento se
llevaba a cabo con barras de hierro macizas y mazas herradas en lugar de
ruedas.
La víctima, desnuda, era estirada boca arriba en el suelo o en el
patíbulo, con los miembros extendidos al máximo y atados a estacas o anillas de
hierro. Bajo las muñecas, codos, rodillas y caderas se colocaban trozos de
madera. El verdugo, asestando violentos golpes con la rueda de borde herrado,
machacaba hueso tras hueso y articulación tras articulación procurando no
asestar golpes fatales. La víctima se transformaba, según nos cuenta un
cronista alemán anónimo del siglo XVII, "en una especie de gran títere
aullante retorciéndose, como un pulpo gigante de cuatro tentáculos, entre
arroyuelos de sangre, carne cruda, viscosa y amorfa mezclada con astillas de
huesos rotos”.
Después se desataba e introducía entre los radios de la gran
rueda horizontal al extremo de un poste que después se alzaba. Los cuervos y
otros animales arrancaban tiras de carne y vaciaban los ojos de la víctima
hasta que a ésta le llegaba la muerte.
El San Benito.
El sambenito en sus orígenes fue una especie de saco bendito
(porque era previamente bendecido por un sacerdote) que usaban los cristianos
primitivos durante su penitencia. Se colgaban sobre el pecho y la espalda a
través de una abertura por donde se metía la cabeza. Los monjes benedictinos,
de la orden de San Benito (del latín Benedictus que significa bendito), fundada
a comienzos del S. VI llevaban una vestimenta similar, un ancho escapulario que
portaban por encima del hábito al que se le llamó san benito y luego sambenito
por aspiración fonética.
En la Edad Media, la Santa Inquisición convirtió los
sambenitos en la túnica de la infamia, el símbolo de la humillación pública que
los condenados por herejía eran obligados a llevar. Esta vestimenta era generalmente
de lana, de color amarillo, estampada con la cruz de San Andrés (que
significaba humildad y sufrimiento), pero también con llamas de fuego, demonios
y grafías que aludían al tipo de condena a que sería sometido el reo. Además
del sambenito, los sentenciados llevaban una coroza (del lat. crocea): gorro
cónico o capirote, marcada con los signos de su delito.
El Violón de las comadres.
Es una versión parecida al violón simple, que se utilizaba
con mujeres acusadas de chismosas y otros delitos parecidos
La toca o tortura del agua.
Sobre el poste de la derecha se tumba a la víctima mirando
hacia arriba. Con los embudos se va vertiendo agua en la boca del individuo,
que se ve forzado a tragarla. Solía introducirse un trapo hasta la garganta que
se iba empapando con el agua, para que el sujeto se viese obligado a tragar
hasta la asfixia. A veces se sacaba el trapo de golpe, provocando desgarros en
la faringe.
La Pera Oral
Podía usarse introducida por boca, por ano o por vagina. Los
pinchos del extremo desgarraban los tejidos.
Destrozapulgares
Se colocaban los pulgares
dentro, y se iba apretando hasta destrozarlos.
El Desgarrador de Senos.
El método de uso, consistía en colocar la pinza con las
puntas al rojo vivo o frías sobre los senos, entonces el verdugo procedía a
desgarrarlos, hasta convertir los senos en masas amorfas. Este instrumento
servía además de castigo, como métodopersuasivo inquisitorial y judicial.
Existe un caso famoso, del que se tiene registro el uso del
desgarrador, se trata de Ana Pap...
El Violón:
los agujeros son para colocar la cabeza y los
brazos (aunque no sé muy bien cómo se colocaban), de modo que el individuo
tiene que soportar el peso y las rozaduras.
Potro de tortura: la víctima era atada por sus miembros y
estirado hasta dislocarlos.
Corona de Clavos
.
El Cepo:
las muñecas se colocaban en la parte metálica de
arriba, y los pies en los agujeros de abajo. Eran usados para humillar
públicamente.
Silla de interrogatorios
Máscaras infamantes:
se colocaban para humillación del
preso, pero también suponían un importante castigo físico por su peso y por las
rozaduras que causaba el llevarlas puestas.
Collares para jugadores de dados.
Para hacerse una idea, estos dados tienen unas dimensiones
de unos 10x10x10 cm.
La Cigüeña:
la cabeza va colocada en el extremo redondeado,
las muñecas se enganchan en los aros laterales, y los tobillos en el otro
extremo.
Picota en tonel:
castigo para borrachos, se les introducía
dentro de este gran tonel. Su objetivo era parecido a los collares vistos
antes, la humillación, aunque en este caso también el tormento de soportar su
peso y las rozaduras que ocasionaba.
Doncella de hierro:
la víctima era encerrada en el interior,
y los pinchos se clavaban en el cuerpo.
Aplastacabezas:
la presión ejercida por el casco al girar la
manivela, termina destrozando el cráneo y haciendo que los ojos salgan de las
cuencas.
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