Desear paz, felicidad, amor en unos días como estos es una
manera de apreciar a los amigos, a los familiares, a las personas cercanas que
conviven con nosotros.
Muchas veces podemos sentir la soledad en nuestra alma.
Muchas veces la desilusión de nuestro corazón nos hace
sentir que podemos odiar estos días.
Da igual el símbolo religioso, o las connotaciones étnicas
del origen de estas fiestas.
Para mí, es la vuelta al análisis interior de nuestras
circunstancias, el recuerdo de aquellos que no están a mi lado, o a vuestro
lado.
Y el latido de un corazón que añora a los que ya no están.
Es sentir que en nuestra mesa están todos esos recuerdos,
vivencias. Padres ausentes, hijos que no pueden besarnos.
Distancias que no se miden en kilómetros y cercanías que se
miden en abrazos que nuestro corazón entrega con amor.
Es un momento de mirar en nuestro interior, algo que debería
ocurrir cada amanecer, pero que el día a día no nos permite hacer.
Muchas veces me siento mal por ello.
Muchas veces analizo los errores de mi vida.¿Que pude
cambiar?
Ya nada cambia, o quizás, si.
Estoy convencido que mientras me sienta con fuerzas de
vivir, haré sentir a mis míos que merece la pena compartir, sentir y disfrutar
de una mesa y de aquello que puedo ofrecer.
En mi mesa quiero que haya vida y mucho espacio para los que
no están.
Porque en mi alma les siento a mi lado.
Hoy y cada uno de los días.
Os deseo una noche llena de vivencias, de alegría y de
recuerdos.
Feliz Navidad.
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