La principal fuente de la mitología japonesa es el Kojiki,
nombre de la obra que generalmente se traduce al castellano como "Crónica
de Asuntos Antiguos", "Libro de los Hechos de la Antigüedad" o
"Anales de Hechos Arcaicos". Este texto fue recopilado por
Hieda-no-Are, y redactado, en su forma final, por Ô-no-Yasumaro, a partir de
varios escritos anteriores -que ya no existen-, y de las tradiciones orales que
circulaban por Japón, en aquella época, en boca de los kataribe.
Ambos personajes eran cortesanos del palacio imperial, y a principios del siglo VIII recibieron la orden de redactar un texto que recogiese la historia de Japón desde sus orígenes. En realidad, el deseo de reunir las antiguas memorias y crónicas circulaba en la corte desde décadas antes: el emperador Tenmu (672-287) había ordenado, hacia 681, la creación de una Junta que reuniese por escrito las pasadas tradiciones; al parecer, el objetivo de tal decisión era impedir que las viejas familias aristocráticas, en sus luchas, deformasen las arcaicas crónicas con el objeto de mejorar sus privilegios, ya que de este modo también podían lesionar los intereses de la familia imperial. Sin embargo, la muerte del emperador detuvo el trabajo de recopilación, que sólo fue reemprendido 15 años después. Así, la emperatriz Genmei decretó a finales de 711 la continuación de la obra, que sería presentada formalmente en la corte unos meses después, a principios del año 712. En cualquier caso, la forma que se conoce en la actualidad es una versión corregida, escrita en la segunda mitad del período Heian (794-1185).
Ambos personajes eran cortesanos del palacio imperial, y a principios del siglo VIII recibieron la orden de redactar un texto que recogiese la historia de Japón desde sus orígenes. En realidad, el deseo de reunir las antiguas memorias y crónicas circulaba en la corte desde décadas antes: el emperador Tenmu (672-287) había ordenado, hacia 681, la creación de una Junta que reuniese por escrito las pasadas tradiciones; al parecer, el objetivo de tal decisión era impedir que las viejas familias aristocráticas, en sus luchas, deformasen las arcaicas crónicas con el objeto de mejorar sus privilegios, ya que de este modo también podían lesionar los intereses de la familia imperial. Sin embargo, la muerte del emperador detuvo el trabajo de recopilación, que sólo fue reemprendido 15 años después. Así, la emperatriz Genmei decretó a finales de 711 la continuación de la obra, que sería presentada formalmente en la corte unos meses después, a principios del año 712. En cualquier caso, la forma que se conoce en la actualidad es una versión corregida, escrita en la segunda mitad del período Heian (794-1185).
El Kojiki está concebido bajo la forma de anales, es decir,
crónicas que narran los acontecimientos año tras año, relatando, como hemos
dicho, la historia de Japón, desde la creación del mundo hasta el fin del
reinado de la emperatriz Suiko (628 ó 641).
La obra se divide en tres libros: el Libro I trata de la "época de los dioses", y contiene toda la mitología propiamente dicha; el Libro II aborda en teoría la "época humana", aunque en realidad la leyenda todavía domina el relato; finalmente, el Libro III, aborda la historia real. Estos tres volúmenes, sin embargo, carecen de subdivisiones por capítulos.
Pese a ello, para facilitar la lectura, los expertos japoneses, poco a poco, fueron dando a los diversos episodios de la "época de los dioses", algunos títulos con carácter informativo. Estos epígrafes adquirieron un valor reconocido desde que el intelectual japonés Motoori Norinaga los emplease en su estudio sobre el Kojiki (Kojiki-Den) en el s. XVIII (y en parte también los usaremos nosotros).
La obra se divide en tres libros: el Libro I trata de la "época de los dioses", y contiene toda la mitología propiamente dicha; el Libro II aborda en teoría la "época humana", aunque en realidad la leyenda todavía domina el relato; finalmente, el Libro III, aborda la historia real. Estos tres volúmenes, sin embargo, carecen de subdivisiones por capítulos.
Pese a ello, para facilitar la lectura, los expertos japoneses, poco a poco, fueron dando a los diversos episodios de la "época de los dioses", algunos títulos con carácter informativo. Estos epígrafes adquirieron un valor reconocido desde que el intelectual japonés Motoori Norinaga los emplease en su estudio sobre el Kojiki (Kojiki-Den) en el s. XVIII (y en parte también los usaremos nosotros).
Desde el punto de vista filológico, el Kojiki está escrito
en una extraña mezcla de japonés y chino arcaicos; ello se debe a que
Ô-no-Yasumaro redactó el texto en caracteres chinos, que empleaba tan pronto
con su sentido ideográfico original como con un valor puramente fonético (los
estudiantes de japonés comprenderán pronto que este hecho refleja ya la doble
lectura de los ideogramas). Puesto que el primer método no permitía recoger los
nombres propios, las poesías autóctonas ni todas aquellas expresiones que
carecían de equivalente en chino, mientras que el segundo hubiera exigido por
cada palabra polisilábica japonesa tantos ideogramas como sílabas por
reproducir, Ô-no-Yasumaro decidió resolver el problema desarrollando una
escritura inventada que no era, en suma, ni la del japonés ni la del chino. Por
ello, el Kojiki está redactado en una lengua heterogénea, que incluye desde el
japonés puro más primitivo (sobre todo en los poemas incluidos) hasta textos en
prosa con un marcado carácter chino, pasando por la mezcla de ambos.
El Kojiki es tratado en la actualidad como un material de
primera calidad, siendo estudiado por historiadores, historiadores de las
religiones, etnólogos, antropólogos, filólogos, etc. El Kojiki no sólo
constituye la más antigua evidencia de la literatura japonesa; además, fue
durante mucho tiempo la base esencial de la religión y de la historia
nacionales, hasta el punto de que llegó a ser considerada como una
"biblia", que debía tomarse al pie de la letra, durante el período
nacionalista de preguerra, antes de la IIª Guerra Mundial (1939-1945) -si bien
la censura tachaba de sacrílegos los pasajes donde se describían complots o
atentados contra los emperadores-.
El Kojiki tiene, en definitiva, un estatus religioso,
histórico-político y literario a la vez. Pero, como dijo Michel Revon, para
nosotros será, ante todo, "el tesoro de los mitos, leyendas, ideas y emociones
del Japón primitivo".
OTRAS FUENTES
La segunda fuente es el Nihon-Shoki o Nihon-Gi
("Crónica del Japón"), recopilada por varios eruditos en la misma
época que el Kojiki; de hecho, fue la misma emperatriz Genmei quien encargó,
hacia 714, la redacción de una historia "nacional", que sería acabada
en 720. Construida sobre el modelo del Kojiki (lo cual salta a la vista con
facilidad cuando se comparan ambas obras), el Nihon-Shoki se diferencia, no
obstante, de aquél: redactada por completo en chino (excepto los poemas que
aparecen), concede menor cabida a los mitos, y demuestra un cierto espíritu
crítico, al proponer, por ejemplo, una opción varias fuentes.
Así, el Nihon-Shoki, en su primer libro (Jindeki o Libro consagrado a las generaciones divinas), en donde se relatan las leyendas mitológicas, ofrece las variantes de las principales tradiciones que figuraban entre los numerosos manuscritos que sus redactores, el príncipe Toneri y Ô-no-Yasumaro (otra vez), tenían a su disposición.
Así, el Nihon-Shoki, en su primer libro (Jindeki o Libro consagrado a las generaciones divinas), en donde se relatan las leyendas mitológicas, ofrece las variantes de las principales tradiciones que figuraban entre los numerosos manuscritos que sus redactores, el príncipe Toneri y Ô-no-Yasumaro (otra vez), tenían a su disposición.
El contenido del Kojiki y del Nihon-Shoki dista mucho de ser
claro, puesto que ambas compilaciones constituyen una mescolanza de mitos
locales de diversas épocas y regiones; a esto, se une el hecho de que el pueblo
japonés no constituía un grupo étnico homogéneo; y además, en esa época, la
presencia de ciertas religiones, filosofías y doctrinas de origen foráneo
(budismo, confucianismo, taoísmo, etc.), en el archipiélago japonés, era
demasiado fuerte como para pensar que no ejercieron efecto alguno sobre el
sustrato ideológico autóctono.
Sin embargo, el Nihon-Shoki evidencia una influencia mucho
más fuerte de las tradiciones mitológicas e históricas chino-coreanas, razón
por la cual se le considera menos fiable que el Kojiki como fuente de mitología
indígena. Por otro lado, el Nihon-Shoki evidencia mucho más la necesidad de
cimentar el prestigio de la familia imperial -al afirmar su preeminencia sobre
los clanes-, mientras que el Kojiki, aún reflejando estas circunstancias
políticas, se nos presenta más bien como una obra de erudicción.
Entre otras fuentes, se encuentran:
-Fudoki ("Notas sobre las características de las
regiones"), redactados por orden de la emperatriz Genmei (713). Se trata
de un conjunto de monografías sobre las provincias, textos de carácter más
geográfico que histórico, conteniendo datos sobre el clima, recursos,
costumbres, origen de los topónimos, etc. Por estos textos además se puede
intuir la existencia de una gran cantidad de relatos y leyendas, a menudo
desconocidos, que desgraciadamente se han perdido en su mayor parte.
-Shoku Nihon-Gi (797), donde son citados 62 decretos
imperiales (shinimijo) en japonés puro, aunque son documentos de carácter
esencialmente histórico y lingüístico.
-Kogôshui o "Fragmentos de Antiguas Narraciones"
(797).
-Los norito ("palabras pronunciadas"), oraciones
shinto, utilizadas por los sacerdotes para solicitar el favor de los dioses. La
recopilación más antigua de norito data del s. XI (Engishiki), aunque se supone
que algunos de sus textos ya habían sido fijados por escrito desde el s. VII.
Nota previa del redactor
Los nombres propios figuran, en primer lugar, en japonés, y
luego, entre corchetes, cuando ha sido posible encontrarla, su traducción
literal al castellano. Las notas a pie de página remiten a explicaciones sobre
lo acontecido en el texto; a pesar de que su lectura puede resultar un tanto
difícil o pesada, cortando el hilo de la narración, en muchos casos se
considera imprescindible para una correcto entendimiento.
Los textos originales aparecen en tipografía normal, y
proceden en su mayor parte -al igual que muchas notas- de la traducción
aparecida en la obra Antología de la literatura japonesa, escrita por Michel
Revon en 1910, y publicada recientemente en castellano por Círculo de Lectores.
El redactor se ha permitido la licencia de modificar ligeramente algunos
párrafos, acercándolos a un estilo más moderno y fácil de leer, dada la
antigüedad de la traducción. Los textos en cursiva se corresponden con
resúmenes y aclaraciones, algunos de ellos contenidos en la obra Mitología.
Guía Ilustrada de los Mitos del Mundo, publicada por Editorial Debate en 1993.
Además puede consultarse la obra Cuentos y tradiciones japoneses. I. El Mundo
Sobrenatural, de Luis Caeiro, publicada por Hiperión, que, entre otros relatos,
recoge una sinopsis del libro I del Kojiki; también Mitología y Leyendas
Asiáticas, de Francesc Ll. Cardona, y Mitología Japonesa, de Anesaki, ambos
libros de pequeño formato y fácil acceso, publicados por Edicomunicación, en su
Colección Olimpo.
La mitología japonesa es un sistema extremadamente complejo
de creencias. El panteón Shinto por sí solo se compone de una colección de más
de 8.000.000 de kami ("dioses" o "espíritus" en japonés). A
pesar de la influencia de la civilización china antigua, una parte muy
importante de la religión y mitología japonesa son únicas. Contiene tradiciones
Shinto y budistas así como creencias populares agrícolas. Por otra parte, a
diferencia de la mitología griega, nórdica y egipcia, es relativamente difícil
distinguir cuál es verdaderamente un "mito" para los japoneses.
Los mitos japoneses convencionales se basan en el Kojiki, en
el Nihonshoki y algunos libros complementarios. El Kojiki que literalmente
significa "registro de cosas antiguas" es el libro más viejo
reconocido sobre mitos, leyendas, y la historia de Japón y el Nihonshoki es el
segundo más antiguo. El Shintoshu explica orígenes de deidades japonesas desde
una perspectiva budista mientras que el Hotsuma Tsutae registra una versión
diferente sobre la mitología.
Un resultado notable de la mitología japonesa es que explica
el origen de la familia imperial, y les representa como descendencia divina. La
palabra japonesa para Emperador en Japón, tennō (天皇), significa el "rey celeste"
(el carácter 天 significa
"cielo").
Escritura de los nombres propios
Escritura de los nombres propios
Muchas deidades aparecen en los escenarios de la mitología
japonesa, muchos de ellos tienen múltiples alias y además algunos de sus
nombres son muy largos. Aquí se muestran los más prominentes, y en su forma
abreviada.
Por ejemplo, Ninigi, o
Ame-Nigishikuni-Nigishiamatsuhiko-Hikono-ninguno-Ninigi-ningu'n-Mikoto, se
puede abreviar también como: Hikoho-no-Ninigi u Hono-Ninigi.
Mito de la creación
Los primeros dioses convocaron dos criaturas divinas a la
existencia, el macho Izanagi y la hembra Izanami, y les encargaron la creación
de la primera tierra.
Para ayudarles a realizar esto, se les dio a Izanagi e Izanami una lanza decorada con joyas, llamada Amenonuhoko (lanza de los cielos). Entonces, las dos deidades fueron al puente entre el Cielo y la Tierra, Amenoukihashi (puente flotante de los cielos) y agitaron el océano con la lanza. Cuando las gotas de agua salada cayeron de la punta de la lanza, formaron la isla Onogoro (auto-formada).
Para ayudarles a realizar esto, se les dio a Izanagi e Izanami una lanza decorada con joyas, llamada Amenonuhoko (lanza de los cielos). Entonces, las dos deidades fueron al puente entre el Cielo y la Tierra, Amenoukihashi (puente flotante de los cielos) y agitaron el océano con la lanza. Cuando las gotas de agua salada cayeron de la punta de la lanza, formaron la isla Onogoro (auto-formada).
Ellos descendieron del puente de los cielos e hicieron su
casa en la isla. Ellos desearon unirse y así construyeron un pilar llamado
Amenomihashira y alrededor de él levantaron un palacio llamado Yahirodono (la
habitación cuya área es de 8 brazos). Izanagi e Izanami giraron alrededor del
pilar en direcciones opuestas y cuando se encontraron, Izanami, la deidad
femenina, habló primero con un saludo. Izanagi pensó que esta no era la manera
apropiada, sin embargo se unieron de todos modos.
Tuvieron dos hijos, Hiruko (infante del agua) y Awashima (isla de burbujas) pero fueron mal hechos y no se consideraron dioses.
Tuvieron dos hijos, Hiruko (infante del agua) y Awashima (isla de burbujas) pero fueron mal hechos y no se consideraron dioses.
Ellos pusieron a los niños en un bote y los embarcaron al
mar, entonces les pidieron a los otros dioses una respuesta sobre lo que
hicieron mal. Ellos respondieron que el dios masculino debió haber iniciado la
conversación durante la ceremonia de unión. Así que Izanagi e Izanami se
dirigieron alrededor del pilar una vez más, y esta vez, cuando se encontraron, Izanagi
habló primero y su matrimonio fue entonces exitoso.
De esta unión nacieron el ohoyashima, o las ocho grandes
islas de la cadena japonesa:
Awazi
Iyo (posteriormente Shikoku)
Ogi
Tsukusi (posteriormente Kyushu)
Iki
Tsusima
Sado
Yamato (posteriormente Honshu)
Ellos crearon seis islas más y muchas deidades. Sin embargo,
Izanami murió al dar a luz al infante Kagutsuchi (encarnación del fuego) o
Ho-Masubi (causante del fuego). Ella fue enterrada en el “Monte Hiba”, en la
frontera de las viejas provincias de Izumo y Hōki, cerca de Yasugi en la
Prefectura de Shimane. Sumido en cólera, Izanagi mató a Kagutsuchi. Su muerte
también creó docenas de deidades.
Los dioses nacidos de Izanagi e Izanami son simbólicos sobre
aspectos importantes de la naturaleza y la cultura, pero ellos son muchos para
ser mencionados aquí. El hecho que de que era necesario para la deidad
masculina Izanagi tomar la posición inicial mientras que la deidad femenina
Izanami tuvo que estar en segundo lugar ha conducido a una falsa opinión sobre
que esto es una discriminación implicada en contra del género femenino.
Izanagi se lamentó de la muerte de Izanami y emprendió un
viaje a Yomi o "la tenebrosa tierra de los muertos". Izanagi encontró
muy poca diferencia entre Yomi y el mundo terrenal, excepto por la oscuridad
eterna. Sin embargo, esta oscuridad sofocante fue suficiente para provocarle
dolor en ausencia de la luz y la vida en la tierra de arriba. Rápidamente busco
a Izanami y la encontró. En un principio Izanagi no pudo verla por completo
debido a que las sombras ocultaban su apariencia. Sin embargo él le pidió a
ella que regresara con él. Izanami le escupió, indicándole a Izanagi que ya era
demasiado tarde. Ella ya había probado el alimento del inframundo y ahora ya
era una con la tierra de los muertos. Ella no podría regresar más a la vida.
Izanagi se quedó impactado por estas noticias, pero aun así
renunció a ceder antes los deseos de Izanami de quedarse en la oscuridad de
Yomi. Izanami aceptó volver al mundo superior, pero antes le pidió a Izanagi
que le dejara tiempo para dormir y que no entrara en su dormitorio. Mientras
que Izanami dormía, él tomó el peine que sostenía su largo cabello y lo
encendió como una antorcha. Bajo la repentina explosión de luz, él vio la
horrible forma de la una vez hermosa y agraciada Izanami. Ahora ella era una
forma de carne en descomposición con gusanos y criaturas asquerosas que se
deslizaban sobre su cuerpo destrozado.
Gritando ruidosamente, Izanagi no tuvo control sobre su
miedo y comenzó a correr, intentando volver a la vida y abandonando a su esposa
muerta. Izanami se despertó chillando indignada y lo persiguió. Shikomes
salvajes o las mujeres asquerosas también persiguieron al asustado Izanagi,
guiadas por Izanami para atraparlo. Pensando rápidamente, Izanagi lanzó su
gorro, el cual se convirtió en un racimo de uvas negras. Las shikome tropezaron
con éstas pero continuaron su búsqueda. Después, Izanagi lanzó su peine, que se
convirtió en un grupo de brotes de bambú. Ahora eran las criaturas de Yomi
quienes comenzaron a perseguirlo, pero Izanagi orinó en un árbol, creando un
gran río que aumentó su aplomo. Desafortunadamente, todavía persiguieron a
Izanagi, forzándolo a lanzar melocotones sobre ellos. Él sabía que esto no los
retrasaría por mucho tiempo, pero él ya estaba casi libre, porque los límites
de Yomi ahora estaban más cerca.
Izanagi llegó rápidamente a la entrada y empujo un canto
rodado en la boca de la caverna, la cual era la entrada a Yomi. Izanami gritó
detrás de esta impenetrable barricada y le dijo a Izanagi que si él no la
dejaba salir ella destruiría a 1.000 residentes vivos cada día. Él furiosamente
le contestó que entonces el daría vida a 1.500.
Y de esta manera comenzó la existencia de la muerte, causada
por las manos de la orgullosa Izanami, la esposa abandonada de Izanagi.
Sol, Luna y Viento
Izanagi se fue a purificar después de recuperarse de su
descenso a Yomi. Mientras se desnudaba y removía los adornos de su cuerpo, cada
artículo que el dejaba caer al suelo formó una deidad. Incluso surgieron más
dioses cuando él se sumergió en el agua para lavarse. Los más importantes
fueron creados de su rostro una vez que este se lo lavo:
Amaterasu (encarnación del sol) de su ojo izquierdo,
Tsukuyomi (encarnación de la luna) de su ojo derecho, y
Susanowo (encarnación del viento o de la tormenta) de su
nariz
Izanagi se dispuso a dividir el mundo entre ellos con Amaterasu
heredando los cielos, Tsukiyomi tomando el control de la noche y la luna y el
dios tormenta Susanowo poseyendo los mares.
Amaterasu, la poderosa diosa del sol de Japón, es la deidad
más conocida de la mitología japonesa.
Sin embargo, su incontrolable hermano Susanowo, es
igualmente infame y aparece en varios cuentos. Una historia dice del
comportamiento imposible de Susanowo contra Izanagi. Izanagi, cansado de las
quejas repetidas de Susanowo, lo desvaneció hacia Yomi. Susanowo a
regañadientes lo consintió pero tenía asuntos pendientes que atender primero.
Él fue a Takamanohara (cielo) a despedirse de su hermana, Amaterasu. Amaterasu
conocía que su imprevisible hermano no tenía ninguna buena intención en mente y
se preparaba para la batalla. "¿Con qué propósito has venido aquí?"
pregunto Amaterasu. "Para decir adiós," contestó Susanowo.
Pero ella no creyó sus palabras y solicitó una competencia
para probar su buena fe. El desafío fue fijado en cuanto a quién produciría el
niño divino más noble. Amaterasu hizo a tres mujeres de la espada de Susanowo,
mientras que Susanowo hizo a cinco hombres de la cadena de ornamento de
Amaterasu. Amaterasu otorgó el título a los cinco hombres hechos de sus
pertenencias. Por lo tanto, atribuyeron a las tres mujeres a Susanowo.
Es suficiente con decir, que ambos dioses se declararon
vencedores. La insistencia de Amatarasu en su demanda condujo Susanowo a
campañas violentas que alcanzaron su clímax cuando él lanzó un potro medio
desollado -un animal sagrado para Amaterasu- en la sala donde Amatarasu tejía,
causando la muerte de uno de sus asistentes. Amaterasu huyó y se ocultó en la
cueva llamada el Iwayado. Mientras que la encarnación del sol desapareció en la
cueva, la oscuridad cubrió el mundo.
Todos los dioses y diosas en turno, trataron de convencer a
Amaterasu para que saliese de la cueva, pero ella los rechazó a todos.
Finalmente, el kami de la festividad, Ama no Uzume, tramó un plan.
Ella colocó un gran espejo de bronce en un árbol, frente a la cueva de Amaterasu. Luego Uzume se arropó en flores y hojas y volcó una tina de baño, y comenzó a bailar sobre ella, percusionando la tina con sus pies. Finalmente, Uzume se deshizo de las hojas y flores y bailó desnuda. Todos los dioses masculinos rugieron de risa. Cuando ella se asomó después de su larga estancia en la oscuridad, un rayo de la luz llamado "amanecer" escapo y Amaterasu se deslumbró por su propio reflejo en el espejo. El dios Ameno-Tajikarawo la sacó fuera de la cueva y ésta fue sellada con una cuerda sagrada [shirukume]. Rodeada por la festividad, la depresión de Amaterasu desapareció y ella accedió a regresar su luz al mundo. Desde entonces Uzume fue conocida como el kami del amanecer y también como la festividad.
Ella colocó un gran espejo de bronce en un árbol, frente a la cueva de Amaterasu. Luego Uzume se arropó en flores y hojas y volcó una tina de baño, y comenzó a bailar sobre ella, percusionando la tina con sus pies. Finalmente, Uzume se deshizo de las hojas y flores y bailó desnuda. Todos los dioses masculinos rugieron de risa. Cuando ella se asomó después de su larga estancia en la oscuridad, un rayo de la luz llamado "amanecer" escapo y Amaterasu se deslumbró por su propio reflejo en el espejo. El dios Ameno-Tajikarawo la sacó fuera de la cueva y ésta fue sellada con una cuerda sagrada [shirukume]. Rodeada por la festividad, la depresión de Amaterasu desapareció y ella accedió a regresar su luz al mundo. Desde entonces Uzume fue conocida como el kami del amanecer y también como la festividad.
Susanowo, que fue exiliado del cielo, llegó a la Provincia
Izumo (ahora parte de la Prefectura de Shimane). Al llegar se encontró a un
viejo y a su esposa sollozando al lado de su hija. La vieja pareja explico que,
originalmente, tuvieron ocho hijas quiénes fueron devoradas una a una, cada
año, por el dragón llamado Yamata-no-orochi ("serpiente de ocho
picos", de la cual se decía se originó de Kosi que es ahora la región
Hokuriku). El terrible dragón tenía ocho cabezas y ocho colas. Kusinada o
Kushinada-Hime (princesa del arroz blanco) era la última de las ocho hijas.
Susanowo, que se dio cuenta inmediatamente de la relación de
la vieja pareja con la diosa del sol Amaterasu, ofreció su ayuda en pago de la
mano de su hermosa hija. Los padres aceptaron y Susanowo transformo a Kushinada
en un peine y la ocultó en su pelo. También ordenó construir una cerca
alrededor de la casa, con ocho puertas abiertas en la cerca, ocho mesas
colocadas en cada puerta, ocho barriles colocados en cada mesa y cada uno de
los barriles llenados con licor de arroz elaborado ocho veces.
El dragón Orochi, al llegar al lugar, quedo fascinado por el
licor, lo bebió y durante el estupor que le produjo, Susanowo lo asesinó y un
río cercano se tornó rojo con la sangre del dragón. Cuando Susanowo cortó el
dragón en pedazos, encontró una excelente espada en su cola, tan dura que su
propia espada no la había podido cortar. Posteriormente la espada fue
presentada a Amaterasu y la llamaron “Ame no Murakamo no Tsurugi” (más tarde
llamada Kusanagi). Esta espada sería la protagonista en muchos otros cuentos
posteriores.
Príncipe Ōnamuji
Ōnamuji (también conocido como Ōkuninushi) era un
descendiente de Susanowo. El, junto con sus muchos hermanos, compitió por la
mano de la princesa Yakami de Inaba. Mientras viajaba de Izumo a Inaba para
cortejarla, los hermanos se encontraron un conejo desollado yaciendo en una
playa. Al ver esto le dijeron al conejo que se bañase en la playa y se secara
con el viento en una alta montaña, el conejo les creyó y sufrió en agonía.
Ōnamuji, quien se reía a espaldas de sus hermanos, llegó y vio al conejo
dolorido y mando al conejo a bañarse en agua fresca y cubrirse con un polvo de
la flor gama (cattail). El conejo sanado, quien en realidad era una deidad, le
informo a Onamuji que el seria quien desposaría a la Princesa Yakami.
Las pruebas de Ōnamuji fueron muchas y murió en dos
ocasiones por sus celosos hermanos. En las dos ocasiones su madre Kusanda-hime
lo salvaría. Perseguido por sus enemigos, él se aventuró al reino de Susanowo
donde él se encontró con la hija del vengativo dios, Suseri-hime. Susanowo
probaría a Onamuji en varias ocasiones pero al final, Susanowo aprobó al joven
muchacho y predijo su victoria contra sus hermanos.
Aunque la tradición Yamato atribuye la creación de las islas
japonesas a Izanagi y a Izanami, la tradición Izumo dice que Onamuji, junto con
un dios enano llamado Sukunabiko, contribuirían o por lo menos acabarían la
creación de las islas de Japón.
Período de Instalación
Amaterasu ordenó a su nieto Ninigi gobernar sobre los
suelos. Ella le dio tres tesoros sagrados:
El collar magatama de Yasakani no magatama (ahora situado en
el palacio imperial);
El espejo de bronce de Yata no kagami (ahora en el templo de
Ise); y
Los primeros dos fueron hechos para sacar a Amaterasu de
Iwayado. El último fue encontrado en el dragón del ocho-dientes. De estos tres,
el espejo es el símbolo de Amaterasu. Los tres juntos constituyen los Tesoros
Imperiales de Japón.
Prosperidad y eternidad
Ninigi conoció a la Princesa Konohana-sakuya (símbolo de las
flores), la hija de Yamatumi (amo de las montañas). Ellos se enamoraron y
Ninigi pidió a Yamatumi la mano de su hija. El padre estuvo tan complacido que
ofreció la mano de sus dos hijas, Iwanaga (símbolo de piedra) y Sakuya (símbolo
de flores). Pero Ninigi solo se casó con Sakuya y rehusó a Iwanaga.
"Iwanaga está bendecido con la eternidad y Sayuka con
la prosperidad", Yamatumi dijo en lamentación, "al rehusar a Iwanaga,
tu vida será breve de ahora en adelante". Debido a esto, Ninigi y sus
descendientes se hicieron mortales.
Sakuya concibió de noche y Ninigi dudo de ella. Para probar
la legitimidad de sus niños, Sakuya juro por su suerte y se arriesgó; ella
incendio su habitación mientras daba luz a sus tres hijos y debido a esto,
Ninigi reconoció su castidad. Los nombres de los niños fueron Hoderi, Hosuseri,
y Howori.
Flujo y reflujo
Hoderi vivió de la pesca en el mar mientras que su hermano
Howori vivió de la caza en las montañas.
Un día, "Howori" le pidió a su hermano intercambiar los papeles por un día. "Howori" intento pescar, pero no pudo conseguir nada y además perdió el anzuelo que su hermano le presto. Hoderi acuso implacablemente a su hermano y no aceptó sus disculpas.
Un día, "Howori" le pidió a su hermano intercambiar los papeles por un día. "Howori" intento pescar, pero no pudo conseguir nada y además perdió el anzuelo que su hermano le presto. Hoderi acuso implacablemente a su hermano y no aceptó sus disculpas.
Mientras que "Howori" estaba sentado en una playa,
perplejamente dolorido, Shihotuti le dijo que viajara en un barco llamado el Manasikatuma
y que se dirigiera a cualquier sitio que le llevará la corriente. Después de
este consejo, Howori llegó a la casa de Watatumi (amo de los mares). Allí él
conoció a Toyotama, hija de Watatumi y se casó con ella. Después de tres años
de la unión, recordó a su hermano y su anzuelo, entonces le habló a Watatumi
sobre él.
Watatumi pronto encontró el anzuelo en la garganta de una
brema y se lo dio Howori. Watatumi también le dio dos bolas mágicas,
Sihomitutama, que podía causar una inundación, y Sihohirutama, que podía causar
un reflujo y lo mando a la tierra, junto con su novia.
Mientras Toyotama daba a luz, ella le pidió Howori que no la
mirase durante su parto. Sin embargo, Howori, lleno de curiosidad, miró
furtivamente, y la vio transformada en un tiburón en el momento que nació su
hijo, Ugaya. Enterada de esto, Toyotama desapareció en el mar y no volvió pero
ella confió a su hermana Tamayori sobre su vivo deseo por Howori.
Leyendas
Primer Emperador: En la mitología japonesa, Yamasachi-hiko
casó a la hija del dios del mar, y nace un niño nombrado Ugaya-fukiaezu.
Ugaya-fukiaezu tenía 4 hijos. Pero fueron sus segundos y terceros hijos a otros
lugares. Más adelante el hijo es el emperador Jinmu que conquista la tierra de
Yamato.
En esta línea está la casa imperial de Japón.
En esta línea está la casa imperial de Japón.
El primer emperador legendario de Japón fue Iwarebiko. El
estableció el trono en 660 a. C.
Su casta se resume a continuación:
Iwarebiko es hijo de Ugaya y de Tamayori.
Ugaya es hijo de Howori y de Toyotama.
Howori es hijo de Ninigi y de Sakuya.
Ninigi es hijo de Osihomimi y de Akidusi.
Osihomimi nace de un ornamento de Amaterasu.
Amaterasu nace del ojo izquierdo de Izanagi.
Izanagi nace de su propio acuerdo.
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