lunes, 6 de marzo de 2017

Museo de la Tortura -Santillana del Mar

Museo Santillana


Hace unos años realice una visita a esta localidad. Las fotografías que se muestran en esta entrada son personales, y un recuerdo muy gratificante de aquella visita.
Hoy, las paginas de la información sobre el Museo, ya no existen.

                          
Este museo ofrece una exposición permanente dedicada a los diversos instrumentos de tortura, castigo, humillación y pena capital, utilizados durante el periodo en el que actuaba la Inquisición.

La exposición recoge instrumentos como la guillotina, la doncella de hierro, potros, garrotes, cinturones de castidad, etc., utilizados en el periodo que comprende la Edad Media hasta la Época Industrial.

Dirección:
Calle Escultor Jesús Otero, s/n.
39330, Santillana del Mar.

A pocos metros de la Colegiata de Santa Juliana, en la villa cántabra de Santillana del Mar, se encuentra el edificio El Solar, que desde hace años acoge una curiosa exposición permanente conocida como El Museo de la Tortura.



Este original y macabro museo reúne una colección de más de 50 instrumentos de tortura y pena capital originales de la Europa de los siglos XV hasta el XIX, cuando el Tribunal del Santo Oficio tenía la potestad para castigar a la población como mejor le pareciese, con el fin (o la excusa) de preservar la pureza del catolicismo.

Los objetos, que pertenecen a una colección privada, han sido clasificados en función de su uso. Así, encontramos secciones como “Para el castigo ejemplarizante y la humillación pública”, “Para proporcionar castigo físico y la tortura de los reos”, “Instrumentos cuyo fin era la ejecución” y “Aparatos creados para torturar específicamente a las mujeres”, encontrándose entre estos últimos algunos de los más desagradables.

El recorrido por la sala principal del primer piso, donde se encuentran la mayoría de los objetos expuestos, puede llegar a resultar bastante angustioso, más aún sabiendo que los objetos son originales y fueron realmente empleados con esos fines tan macabros.
El Museo de la Tortura tiene horario continuado desde la mañana a la noche, y puede visitarse todos los días de la semana. El precio de la entrada ronda los 3 o 4 euros.





El Museo permanente

      El Solar está ubicado en un edificio de propiedad particular en Santillana del Mar, a medio camino entre la plaza del Ayuntamiento y la Colegiata. En él se exhibe una colección privada de «instrumentos europeos de tortura y pena capital».


      Se trata de una muestra formada por algo más de medio centenar de piezas que se expusieron por primera vez en 1983 en Florencia. El conjunto ha sido reunido por un grupo de ciudadanos europeos y americanos y abarca instrumentos utilizados desde comienzos del siglo XIV hasta finales del diecinueve.

       Hay objetos originales, adquiridos a anticuarios o recogidos en diferentes lugares, así como varias reconstrucciones a partir de piezas o fragmentos de los originales.

       La colección lleva el título genérico «Inquisición», pero es más un reclamo ya que el Santo Oficio no utilizó la mayor parte de estos instrumentos. De hecho, la práctica de la tortura era algo generalizado en los tribunales penales de toda Europa y en otras instituciones similares a nuestra Inquisición que existieron en países católicos y protestantes de todo occidente.

       Instrumentos de tortura, exhibidos en algunos marcos singulares, sirven de soporte de algunas exposiciones. Una muestra de instrumentos de tortura es la que puede verse en algunas de las salas del Castillo de los Condes de Flandes en la ciudad belga de Gante.

       En la Torre de Londres, ese conjunto amurallado de edificios convertido en sinónimo de terror, donde fueron encarceladas y ejecutadas algunas de las esposas de Enrique VIII y donde también fue ajusticiado Tomás Moro, se guardan las joyas de la Corona en la Jewel House, y en la Martin Tower se guarda una famosa muestra de instrumentos de tortura, entre ellos el hacha y el tajo, testigos mudos de algunas ejecuciones.


La exposición

      Aunque el grueso de la muestra se encuentra en una sala del primer piso del edificio, a ambos lados del jardín de la entrada se han instalado instrumentos de gran tamaño, a los que se han acoplado, como elementos decorativos, esqueletos simulados. Se puede ver un verdugo de ultratumba con un hacha, que conserva la hoja italiana original del siglo XVII con la que se cercenaban la cabeza o los miembros. También hay jaulas colgantes de hierro del siglo XVIII y de madera, restauradas en 1982, en las que se encerraba a los reos; una reconstrución de un potro de escalera, el suplicio del suspendimiento, una guillotina y dos ruedas de despedazar reparadas a partir de elementos auténticos.

      En la escalera de acceso a la sala de exposición se han colocado una serie de paneles con imágenes y una copia del sello de la Inquisición española, poderosa organización de carácter represivo nacida para preservar la pureza del catolicismo, que actuó con diferente intensidad entre 1480 y 1834.

       Los objetos del primer piso se distribuyen por un amplia estancia en la que, con una iluminación determinada, se busca reproducir un ambiente tenebroso. Están acompañados de paneles informativos y numerosas reproducciones de ilustraciones y grabados con truculentas imágenes.



      1. Para el castigo ejemplarizante y la humillación pública.

      Se trata de objetos que se le colocaban al reo para que resultara humillante su exposición pública y de esta forma fuera insultado y agredido. Las llamadas «máscaras infamantes», de las que hay dos procedentes de Alemania, se colocaban a quienes no se atuvieran con sus conductas a las normas convencionales establecidas. El «cepo» o «brete», de origen austriaco, con el que la víctima era expuesta en la calle con los pies y las manos aprisionados. La «trenza de paja» para identificar como signo de vergüenza a las mujeres jóvenes embarazadas antes de casarse. La «flauta del alborotador», de origen italiano, usada para blasfemos en los siglos XVII y XVIII, que, sujetada en el cuello, aprisionaba igualmente los dedos con la presión que quería el verdugo. «La picota del tonel», pieza de origen austriaco para borrachos que debían soportar su peso. «El violón de las comadres», pieza de madera utilizada en Suiza y Alemania, que se colocaba al cuello para inmovilizar y causar dolor. También aquí se reunen diferentes collares para fumadores, jugadores, vagos o para quienes no cumplieran con sus obligaciones religiosas.


      2. Objetos vinculados al castigo físico y tortura de los reos.

      Su finalidad era castigar atormentar o causar un largo dolor, aunque no llegara a causar la muerte. La «carretilla» en los trabajos forzados; las «manillas» y tobilleras» o el «collar de púas» para inmovilizar con dolor; las diferentes «armas de los carceleros»; las «pinzas» y «tenazas»; instrumentos para cortar la lengua o mutilar; «barras», «hierros» que después de ser puestos al fuego servían para marcar a la víctima como si de un animal se tratara; la mordaza o «babero de hierro»; el «suplicio del agua» por el que se colocaba un embudo a la víctima que le forzaba a engullir todo el líquido que deseara el verdugo; útiles para ejecutar la tortura del «gota a gota».

       Una de las piezas más llamativas del museo es la llamada «dama de hierro», copia del original alemán. Se trata de un inmenso sarcófago con forma de muñeca en cuyas paredes se colocaban puntas que se clavaban en la víctima cuando era encerrada dentro, para prolongar su agonía.

       También llaman la atención la «cuna de Judas», una especie de pirámide de madera o de hierro sobre la que se suspendía de manera controlada al reo mediante una serie de artilugios; «la silla del interrogatorio», llena de pinchos de hierro distribuidos por todas las superficies de la silla, o el conocido «potro», que producía un tormento similar al de la llamada «rueda de despedazar».


      3. Instrumentos cuyo objeto final era la ejecución.

      Su función es la de causar directamente la muerte y esto se conseguía de las maneras más pintorescas y, en todo caso, después de que el reo sintiera que el tormento que se le aplicaba se la causaría. El popular «garrote» es un collar o anillo de hierro que se coloca para sujetar el cuello del reo a un palo anclado en la tierra. A la altura de las cervicales de la víctima el verdugo colocará el torniquete que al hacerlo girar mata a la persona.

       Otro de los instrumentos de ejecución es el «rompecráneos» o «aplasta cabezas», de origen veneciano aunque procedente de una colección particular de Virginia, en Estados Unidos. También se enseñan «la espada del verdugo», «látigos para desollar», «la horca», «el empalamiento«, «la sierra», pieza española del siglo XVIII usada para cortar el cuerpo humano en dos mitades y que en el siglo XV se aplicaba a homosexuales, y «las jaulas colgantes», una de hierro y otra de madera reconstruida
.


      4. Aparatos creados para torturar específicamente a mujeres.

      No fueron escasos los objetos ideados para torturar y hacer sufrir a mujeres acusadas de brujería, prostitución o adulterio. La «pera oral, rectal o vaginal», de origen veneciano, es un sádico instrumento de tortura que desgarraba irremediablemente las partes del cuerpo por los que se introducía. También se han reunido varios ejemplos de los tan famosos como humillantes «cinturones de castidad», de origen veneciano y florentino. Otros aparatos que se ven son el denominado «desgarrador de senos», «el cinturón de San Telmo» y el «cilicio de pinchos».



A continuacion, unas fotos de la visita:



 
































































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